domingo, 28 de septiembre de 2014

Nos hemos salvado de la vuelta al medioevo.

Esta semana las mujeres hemos ganado una batalla. Que el Estado no pueda decidir por nosotras en algo tan importante como es nuestra decisión de ser madres, o no serlo todavía, por el motivo que sea, es algo que me da un gran motivo de alegría. No quiero volver sobre lo mismo que ya he hablado en otras entradas en este blog . Sí quiero expresar que estoy contenta por mi hija y por todas las mujeres que podrán seguir decidiendo cómo y cuándo quieren traer niños a este mundo. Estoy contenta porque si deciden no seguir adelante con un embarazo que no puede ser, o que no les apetece, o que les viene grande, no tendrán que poner sus vidas en peligro. ¡47.000 mujeres en el mundo mueren al año a causa de los abortos clandestinos! La mayoría de ellas pertenecen a las clases sociales menos pudientes.






 El aborto no es un plato de buen gusto, y sigue produciéndose porque las realidades sociales son las que son y sólo en nosotras, en cada una de nosotras debe estar el poder absoluto a decidir. Y no me vengan con moralinas apegadas a los rosarios y a las sotanas. La vida se defiende de otra manera. La vida se defiende con una escolarización gratuita y de calidad desde el inicio hasta la universidad. La vida se defiende con una sanidad pública universal. La vida se defiende exigiendo y construyendo mecanismos de control y fiscalización de la política. 
La vida se defiende desde la educación sexual madura y sensata, que vaya más allá de lo meramente biológico. Señores y señoras, ¡tachán, tachán!...la vida se defiende, hablando de amor, hablando de placer, hablando de compartir. 
La sexualidad es algo inherente al ser humano. Por el hecho de ser sexuado suceden una serie de cosas, de sentires, de necesidades, tan propias del ser, que ir contracorriente es algo que conduce a las mayores aberraciones. No es antinatural amarse, con independencia de los amantes y su género biológico, lo aberrante es negar la posibilidad de amor, de placer y de comunicación. Y si no vean los números, los casos de pederastia en grupos que se autoimponen el celibato. Eso es ir contranatura. 
Hablar de culpa y de pecado en temas de sexualidad ha hecho mucho daño. Y no se trata tanto de pasar de actitudes prohibitivas a actitudes permisivas, ya que esto sigue significando vivir lo sexual desde la culpa, y desde el silencio,  como si fuera algo que hacemos pero que no está bien. El asunto es emplear actitudes de cultivo de la sexualidad(1), es decir tomar lo sexualidad con naturalidad porque es consustancial a nuestra naturaleza, y a partir de ahí construir conceptos claros.  Es importante una educación que permita nombrar lo que sucede, lo que sentimos, y los procesos posibles. Es desde el conocimiento que podremos evitar muchos malos tragos, evitar muchos embarazos no deseados, evitar muchas actitudes de maltrato....Contiuará.


    (1) E.Amezúa, "Sobre las actitudes", texto de Curso de Educación Sexual 2, Revista Vida Sanitaria, Oct.1978.

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