jueves, 12 de noviembre de 2015

Sobre cómo sentirnos libres, autosuficientes, sin ser esclavas de nosotras ni de nadie.


Mi descubrimiento de hoy es para la web de Maria Castejón (www.lasprincesastambienfriegan.com). ¡Cómo me gusta! He ido a parar allí a través de la entrada  Trabajo azul, príncipe fijo, en Píkara Magazine, revista a la que me suscribí hace unos meses y que me parece muy necesaria. Ja, ja, además me encanta el nombre que le ha puesto a su web. Eso de que las mujeres también friegan es genial y oportunísimo. ¡Ay!

Os dejo más abajo el enlace a la entrada de la Castejón, porque me he sentido bastante en resonancia con lo que ella expresa. Y es que es muy cierto que las mujeres para ser reconocidas socialmente hemos recurrido a tener una pareja estable, o a buscar ese lugar de ser social a través de un buen trabajo en caso de no tener o no querer pareja masculina. O a ambas cosas. Esto es así.  

Va empezando a ser hora de aprender a reconocernos y validarnos a nosotras mismas por lo que ya somos como seres humanos. Y claro no podemos obviar ni olvidar que necesitamos comer, tener unos ingresos para una dignidad de vida, y que el patriarcado no ofrece iguales oportunidades a hombres y mujeres. Y esto también es así en términos generales.

Esta sociedad exige doble a las mujeres. No olvidemos que los hombres básicamente buscan el reconocimiento social en base a su empleo, con el que forman un pack casi indisoluble. No eres hombre, eres tu trabajo (casi como con el automóvil). Si como hombre no tienes empleo no eres nadie. Y no eres suficientemente mujer si no tienes pareja y previsión de criaturas. Y si tienes pareja y no tienes trabajo remunerado quedas disculpada y eres una adorable ama de casa. 

Si eres mujer sin pareja y sin trabajo, entonces ¿quién eres?

La cosa es que no siempre se tiene trabajo y no siempre se tiene pareja, unas veces porque se elige y otras porque no hay manera, oye. Cuando una elige, no hay problema existencial. La dificultad empieza cuando una sí quiere pareja para compartir su vida con alguien, o cuando una quiere trabajar remuneradamente porque necesita pagar las facturas, y no hay manera de encontrar una persona que calce el zapato adecuado  y no se encuentra ese trabajo para la dignidad que decía por ahí arriba. 

Entonces, y busco una respuesta para mis cavilaciones, ¿qué hacemos?.

La solución a lo de la pareja es desaprender muchos patrones instaurados en nuestra propia psique y aprender a responder. Si quiero pareja y no la encuentro, busco soluciones emocionales para sostener el asunto hasta mejores tiempos. Si tengo pareja y no cuadra con los cánones socialmente aceptados, ideo capacidades de sostener mis preferencias y saber poner en su sitio a quienes se mueven en patrones de conducta aceptados y que cuestionan mi modelo, tan válido como el suyo.

 Y en cuanto a lo del trabajo, también hay mucho que desaprender. Lo que está claro es que comer es una costumbre que tenemos, mira tú, y no creo que seamos capaces de eliminarla. Una vez que conseguimos cubrir las necesidades básicas, las que están en la base de la pirámide, que es todo un reto que nos condiciona un montón, cubrir la necesidad humana de reconocimiento como personas sociales, vamos a tener que ir pensando en cubrirla de alguna otra manera a como lo hacemos. Anhelar el éxito social a través de lo laboral nos hace sufrir mucho. Tal vez va llegando el momento en la historia de empezar a sentirnos "parte de" más que individuos, en el sentido de substituir la necesidad egoica de reconocimiento por la convicción de que es más importante lo que compartimos y lo que damos que lo que recibimos. No sé.  

De todos modos y mientras tanto, es importante compartir nuestros sentires y poner sobre la mesa las dificultades en las que nos encontramos. Expresar es un primer paso para sentir consuelo y para buscar otras maneras. Desde lo aprendido y lo mamado desde pequeñas, resueno muchísimo con lo que explica María Castejón. En mi caso me pillo reconociendo que tener pareja, a parte de permitirme de otras cuestiones, ha cubierto perfectamente el guión de mujer reconocida como mujer y validada con lo socialmente esperado. Exagerando sólo un poco, yo también me creí ese guión que flota en el ambiente y que en voz en off va aireando que si eres mujer y no tienes un macho a tu lado, es que no no eres suficiente atractiva o eres lesbiana, como si no estar dentro de los cánones de belleza exigidos o tener una opción sexual distinta al patrón hetero, fueran invalidantes. ¡Cuántas memeces útiles al sistema nos hemos tragado!

Y en mi caso además, a pesar de que se supone que lo de mujer-mujer ya está validado, faltaría el reconocimiento social que me impongo en lo laboral, y esa otra voz en off que habla de cómo es una persona de éxito. (Aquí expreso en voz alta un ¡ay! porque casi con 50 tacos aún ando situándome, no sin complicaciones). He podido escoger (no siempre se puede) aventurarme en el mundo laboral y ahora enfrentaremos la cruda realidad tiburonil, no sólo en el sentido de que como mujer lo tendré más complicado, es que ahí se añade la evolución del mercado laboral, la de la capacidad adquisitiva general y el nivel de precios de los mercados...Claro que existe la emprendiduría y en eso estamos, aunque me gusta poquísimo esa palabreja tan de moda. Y ahí ligo con las vicisitudes que expresa Castejón en su artículo y con la mala costumbre que tengo de comer todos los días...y con cómo en el inconsciente colectivo se va inoculando la idea de que hay que buscarse la vida, y no digo yo que no. Lo que sí digo es que frente a nuestra fuerza como individuas no olvidemos que hay unas fuerzas económicas con personas con nombres y apellidos detrás que bregan por imponer sus reglas de juego de modo que la distribución de la riqueza se haga como a ellos más les beneficia. Y eso va en contra de los intereses de las personas más vulnerables y su desarrollo como seres humanos con dignidad.

Y esa es nuestra lucha como mujeres y hombres: cambio de reglas de juego en lo económico y a la vez entrar en la perspectiva de que mujeres y hombres somos personas.

 Con otras reglas de juego y otra perspectiva de género, de observarnos como seres humanos, los modos de existir podrían ser más gozosos, más productivos en felicidad, permitiendo tiempo para la vida, sin miedo a carecer de lo básico para cubrir las necesidades básicas y las de sentirse seres plenos.



Sobre trabajo y emancipación real: Trabajo azul, príncipe fijo. (entrada de María Castejón)



Y si os interesa más sobre María Catejón, aquí pongo otro interesante enlace a una entrevista que le hacen en la revista www.lemuria.cat:

Las heroínas de cine son heroínas por superar mandatos de género  (entrevistada por Marta F. Soldado)



Imagen de www.lemuria.cat

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